jueves, 18 de diciembre de 2014

Vacunación, memoria inmunológica







El sistema inmunológico es un mecanismo natural de defensa en contra de las enfermedades. Como una red de seguridad, vigila constantemente el organismo al acecho de cualquier material extraño que pudiera enfermarlo.



Cuando es detectada la presencia de algún microorganismo invasor, los glóbulos blancos, conocidos como linfocitos (células B y T), se encargan de destruirlo. Así, las personas resisten los ataques de los agentes patógenos que se encuentran en el ambiente por dos formas de inmunidad: innata (pasiva) o específica (activa). 

La primera se debe a mecanismos no específicos controlados genéticamente, que varían dependiendo de factores como género, edad o historia familiar. Por el contrario, la inmunidad específica es un proceso de adaptación al medio y depende del desarrollo individual de mecanismos de defensa, resultado de la generación de anticuerpos a partir de un contacto previo con el microorganismo, por infección o vacunación. Cuando el organismo es estimulado por una vacuna, además de producir anticuerpos protectores que destruyen el material invasor, establece la forma de recordarlo. Esta especie de memoria es lo que lo hará inmune o resistente a dicho invasor en un encuentro futuro. En el caso de padecimientos leves, podría no existir ningún problema al exponerse a ser infectado y adquirir inmunidad. No obstante, en otro tipo de enfermedades más severas para las que existe la posibilidad de vacunación, los médicos coinciden en que debe recurrirse a ésta como un medio preventivo. 



Las vacunas o inmunizaciones se hacen con base en virus o bacterias (atenuados o muertos) biológicos o sintéticos en sus toxoides (toxinas producidas por los microorganismos), o bien en componentes únicos bien definidos y conjugados (fusionados), los cuales se manipulan en el laboratorio para evitar que produzcan patologías y sean útiles ayudando al cuerpo a reconocer y neutralizar la acción de los patógenos. Un ejemplo de vacuna conjugada es la pneumocóccica hepta-valente (7-valente) desarrollada por el laboratorio Wyeth e indicada para proteger a los niños menores de dos años contra los elevados riesgos que puede implicar el ataque del pneumococo. 



Además de ser causa importante de alta morbilidad infantil en el mundo, la bacteria Streptococcus pneumoniae provoca enfermedades como bacteriemia (infección en sangre), meningitis, pneumonía, sinusitis y otitis media, y lo más grave es que en los últimos diez años se ha observado un aumento de su resistencia a los antibióticos. De acuerdo con varios estudios, los niños menores de dos años generalmente no tienen anticuerpos que detengan la colonización del pneumococo, de ahí que gran parte de ellos son colonizados por la bacteria cuando menos en una ocasión, a menudo antes del primer año de edad, convirtiéndose la mayoría en portadores nasofaríngeos. 



El S. pneumoniae se clasifica en serotipos, con base en algunas diferencias de composición en la cápsula de polisacáridos (azúcares) que lo rodean y le permiten entrar al organismo e invadirlo fácilmente sin ser reconocido por el sistema inmunológico. Hasta ahora, se han identificado 90 tipos diferentes de polisacáridos capsulares inmunológicamente distintos, cuya prevalencia puede variar entre regiones y grupos de edad. Sin embargo, en casi todas las regiones del mundo aparece con regularidad un pequeño grupo de serotipos virulentos. Siete de éstos están incluidos en la vacuna conjugada 7-valente. 



Esta vacuna es una solución estéril de sacáridos (azúcares simples) de los antígenos capsulares extraídos de los serotipos 4, 6B, 9V, 14, 18C, 19F y 23F del pneumococo, conjugados individualmente con la proteína CRM197. Los polisacáridos individuales se purifican mediante centrifugación, precipitación, ultra filtración y cromatografía, y más tarde se activan por métodos químicos para convertirlos en sacáridos, que se conjugan directamente con la proteína transportadora CRM197 para formar el producto llamado glicoconjugado. La CRM197 es una variante no tóxica de la toxina de difteria, que se aísla de cultivos de Corynebacterium diphtheriae. Una vez purificados y analizados los glicoconjugados individuales, se agrupan para elaborar la vacuna. 




Cuando se aplica la vacuna conjugada pneumocóccica 7-valente se estimula la memoria inmunológica y los glóbulos blancos del niño. Estos entran en su corriente sanguínea y comienzan a duplicarse, aumentando la producción y maduración de anticuerpos, células productoras de anticuerpos, y células de memoria inmunológica, que lo protegerán de los siete serotipos que incluye la fórmula con una eficacia de 97 por ciento. 

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----- CASIMIRO GARDEA OROZCO ------

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